Atormentado por oscuros pensamientos después de los asesinatos, Erik se abre a su terapeuta y comparte detalles perturbadores que ponen al médico en jaque.

Tras levantar sospechas durante el interrogatorio policial, Lyle y Erik se dedican a gastar dinero como locos mientras esperan a que se lea el testamento de Jose.

Los hermanos se enfrentan a la vida entre rejas después de que la policía reciba un chivatazo sobre las cintas. Un nuevo abogado defensor hace que Erik hable del pasado.

Lyle comparte dolorosos recuerdos sobre su intento de cumplir las expectativas de su padre y detalla la línea de tiempo y la repercusión del abuso de Jose y su efecto en Erik.

Durante una emotiva conversación con Leslie, Erik da un relato desgarrador del abuso sexual y la tortura que sufrió durante su infancia.

La trayectoria de la relación de Jose y Kitty, desde su noviazgo hasta su matrimonio fracturado, se desarrolla en paralelo con las sesiones de terapia familiar.

Lyle y Erik luchan por dar forma a su defensa antes del juicio. Entonces se desata la manía por los Menendez: multitudes aclamándoles, cartas de fans y cámaras.

Una testigo altera la dinámica del tribunal y el testimonio de Erik abre una brecha entre los hermanos. El momento de cultura pop de los Menéndez empieza a desvanecerse.

En un segundo juicio, la fiscalía trata de demostrar que Erik y Lyle cometieron los asesinatos a sangre fría. Tras el veredicto, los hermanos se enfrentan a una nueva realidad.